sábado, 12 de septiembre de 2009

15/

La cabeza se me parte. Dos, cuatro, seis, siete pedazos; el siete me agrada. Afuera escucho los incesantes ruidos de la construcción, parecen a propósito. Y yo acá mato el tiempo escribiendo, dormir ya no puedo; los siete pedazos no me permiten el sueño, están pegados contra el cráneo, insistentes, hinchados, y en mi frente una vena resalta al tacto, latente; gritándome que es en vano, que me detenga aquí y espere, que no lo tome como un desafío. Pero ya es tarde, bastante tarde; el medicamento hizo su efecto y yo me quedo con mi pedazo único de crónica cotidiana. Se escuchan aplausos.

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