martes, 18 de agosto de 2009

3/

Seis de la tarde. Esa luz solar que entra a medias por la persiana entreabierta.
Mi mano izquierda colgaba de la cama. La otra reposaba sobre el brazo izquierdo y mi cabeza sobre ella. Estaba cómoda; pude imaginar 5 mundos distintos; todos y cada uno de ellos eran perfectos. Nunca me sentí tan insignificante, el silencio me hace sentir así.
Con cuidado, tal vez intentando escuchar el silencio mismo... Empezó: tutút tutút.
No sabía si realmente sonaba así, aún ahora no puedo decirlo con seguridad. Tutút tutút.
Sentía como con cada paso, con ese sonido llevaba la sangre a cada centímetro de mi cuerpo.
Menos a la mano, la mano izquierda, la que yacía en el aire empezó a cosquillear.
Moví el dedo indíce, como examinándolo. Sí, cosquilleaba.
Mi silencio no tan silencio.
Tutút tutút.
Estaba cómoda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario